—No creo que todos los que trabajan aquí sean albañiles o carpinteros habilidosos. Mírate a ti y a Wu Jiang, por ejemplo; ustedes no lo son. Entonces, ¿por qué no podemos trabajar aquí? —intervino Viejo Zhao.
Song Gong había pasado toda su vida construyendo casas, demasiadas para contar, y había viajado a incontables lugares. Pero estos aldeanos irracionales de Villa Huangtou eran diferentes a todos los que había encontrado antes.
Estos aldeanos aparecían en el sitio de construcción diariamente sólo para observar. Cada vez que presenciaban a Wu Jiang y Li Cheng prestando su ayuda sin cobrar, sus ojos se llenaban de burla. No solo se burlaban, sino que también lanzaban palabras amargas para acosar al dúo, algo que el equipo de Song Gong nunca había hecho. Wu Jiang y Li Cheng permanecieron firmes a pesar de esta burla, que era la razón principal por la que Song Gong los recibió a bordo. Él creía que aquellos que trabajaban diligentemente merecían respeto, no desprecio.