—¿Qué crees que has hecho? ¿Estás intentando que te maten? —espetó Hu Feng.
—¿Qué había hecho? ¿Se refería a lanzar piedras al tigre? —Bai Zhi lo miró fijamente con expresión vacía.
—No necesitas ser tan duro. Bai Zhi solo estaba preocupada por ti. Quería ayudar, y lo hizo. Te salvó varias veces, ¿verdad? —intervino Jin Shiwei.
Hu Feng solo se enfocaba en el hecho de que el tigre blanco podría haberla atacado si se sentía provocado, y tal vez él no hubiera podido protegerla.
Al recordar ese peligro y darse cuenta de que había sido tan descuidada con su propia seguridad, Hu Feng estaba furioso.
—¿Estás segura de que no te sientes mareada como mi joven maestro? ¿Cómo puede una joven ser tan valiente?
—¿Qué tiene de malo ser valiente? ¿Es eso un crimen?
Bai Zhi estaba desconcertada por su forma de pensar. Además, no entendía por qué Hu Feng estaba enojado con ella.