Zhao Sue colocó suavemente el humeante tazón de gachas sobre la mesa, su expresión seria. Se acercó a la Anciana Bai y Sra. Liu, con un tono firme pero cortés:
—Tía Lan no se siente bien; necesita descansar. Les pido amablemente que se vayan por ahora.
La mirada de la Anciana Bai no pudo evitar desviarse hacia el atractivo tazón de gachas espesas, su estómago rugiendo al pensarlo. Recordó haber tomado solo algo de sopa de arroz esa mañana, y su apetito se impuso. Ignorando las palabras de Zhao Sue, dio un paso adelante, con la intención de servirse de las gachas. Sin embargo, la Sra. Liu le ganó, agarrando rápidamente la cuchara y tomando un buen cucharón:
—Si ella no quiere comer, entonces yo felizmente terminaré. Sin quejas aquí.