—No te culpes, no es tu culpa —Hu Feng tranquilizó a Awu con una voz profunda y calmante. Sus serenos ojos enviaban escalofríos por la espina dorsal.
Awu secó sus lágrimas y se arrodilló nuevamente ante Hu Feng. —Su Alteza, Zhou Awu jura seguirlo. Haré lo que sea necesario, incluso caminar entre fuego si es su orden.
Hu Feng levantó suavemente a Awu y dijo, —No necesitas enfrentarte a peligros así. Tengo algo más que pedirte.
Awu estaba ansiosa por cumplir. —Su Alteza, por favor dígame.
Hu Feng miró a través de la ventana parcialmente abierta, observando cómo las hojas del peral de fuera comenzaban a tornarse amarillas. Pronto, caerían. Había hecho una promesa a esta joven, pero temía no poder cumplirla.
—Awu, cuando me vaya, necesito que protejas a mi padre, a Zhi'er y a la Tía Lan. Recuerda lo que le sucedió la última vez cuando la golpearon con una tabla. No puedo permitir que eso ocurra de nuevo.