Las palabras de Bai Zhi eran como cuchillos afilados, atravesando su corazón con un dolor insoportable cada vez.
—¿Qué tonterías dices? ¿Sabes quién soy? Soy la vicepresidente del Hospital Mingxing y la única hija del director. Algún día, todo el hospital será mío. En términos de estatus y apariencia, soy mil veces mejor que tú. Soy la pareja perfecta para Lin Yang. ¿Por qué debería competir contigo por él? ¿Qué derecho tienes? —exclamó Yu Manna.
Bai Zhi respondió con calma:
—¿Derechos? Puede que no venga de una familia prestigiosa, pero eso no importa. Lin Yang no es superficial. Le gusto por lo que soy, no por mi origen. Lo mismo aplica para ti; no le gustarás solo por tu estatus. Yu Manna, tú lo sabes, ¿verdad?
—Lin Yang es un hombre íntegro. Valora la pureza en todo, incluyendo a las personas. ¿Eres ese tipo de persona, Yu Manna? ¿Realmente crees que te mereces a él?
Afuera, una tormenta arreciaba y el viento aullaba.