El hombre continuó hablando:
—Nadie vio la muerte del Príncipe Jin con sus propios ojos, y no hubo confirmación de su cuerpo. Algunos creen que todavía está vivo, mientras que otros piensan que está muerto. Pero no podemos decirlo con certeza.
—Si el Príncipe Jin está realmente muerto, ¿se convertirá el Príncipe Xiao en el príncipe heredero? —preguntó alguien en el público.
El hombre dio una sonrisa misteriosa y respondió:
—El mundo está en constante cambio, especialmente cuando se trata de asuntos dentro de la familia imperial. Las cosas pueden cambiar rápidamente, y nadie puede predecir el futuro.
Hu Feng miraba la taza de té sobre la mesa. Hojas verdes flotaban en el té amarillo, perturbadas por los ruidos fuertes en la sala. Sus ojos, usualmente tranquilos, revelaban una tormenta que se gestaba.
Bai Zhi llamó a un joven camarero y dijo:
—Por favor, empaca estas frutas secas; nos las llevaremos —mientras le entregaba el dinero.