—¿Mis guantes? —extendí mi mano hacia uno de los mayordomos y él me pasó mis guantes de motocicleta mientras estaba sentado en mi Ducati. No paraba de dar golpecitos en el suelo con mi pie ansiosamente.
—¿Le preocupa algo joven amo? —Huang-fei se acercaba caminando hacia mí desde el castillo.
—No puedo dejar de tener una sensación ominosa —me puse mi casco—. No puedo irme a menos que reciba la señal pero no entiendo por qué estoy tan ansioso —suspiré.
—No se preocupe demasiado joven amo. La señorita Azalea es una mujer fuerte.
Sonreí.
—Lo es —luego suspiré—. Pero he estado sintiendo que hay más en este incidente de lo que sab... —mi teléfono empezó a sonar. La alarma que estaba hecha para sonar cuando Ayaan presionaba el botón de señal comenzó a sonar. Inmediatamente miré hacia adelante y arranqué el motor, luego salí disparado de allí hacia la destilería.