—¿¡Por qué no me hablas?! —gritó a la lámpara, probablemente pensando que era yo.
—... —permanecí callado mientras la observaba. Al mismo tiempo que trataba de suprimir mi risa, saqué mi teléfono y comencé a grabar un video de ella. —¡¿EH?! ¿Cómo te atreves a ignorarme?!! —golpeó la cabeza de la lámpara con el vaso en su mano, haciéndola estrellarse en el suelo con un fuerte ruido. Tras el acto entró en pánico, —¡Oh no! ¡Arius! —se agachó y sostuvo la lámpara en sus brazos como si fuera un hombre moribundo, —¡Oh lo siento mucho!! De verdad lo siento —pero luego le dio una bofetada en la cara a la lámpara, —Aunque sigues siendo un imbécil.
—¡AH! —me oyó, —Alguien se está riendo de mí. —giró su cabeza en mi dirección y frunció el ceño. —Te veo. —murmuró.
—¡Tú! —logró levantarse con pasos tambaleantes y caminó hacia mí, —¡Yo te conozco!
—¿Ahora sí? —terminé el video que estaba haciendo de ella y coloqué el teléfono sobre la mesa.