```
Anónimo como los demás, sin embargo, este segador era nuevo en su trabajo. Todavía estaba acostumbrándose a segar almas, por lo que su labor era ligera.
Aunque su aspecto era espantoso, no poseía ningún sentimiento. Tal vez alguna vez los tuvo, una vez, de un tiempo que ya no recordaba.
Hoy su trabajo estaba casi acabado, le quedaba un alma más por segar.
De una mujer.
Llamada Camila.
Debía morir en un callejón, entre la nieve mientras sostenía a su recién nacido.
Se dirigió al callejón, sin ser visto por nadie, sin ser escuchado por nadie.
Se detuvo junto al cuerpo caído que sostenía a su bebé junto a ella, tan apretado pero con suavidad, sin querer dejar ir como si él estuviera allí por el niño.
Temblaba en la nieve, aferrándose a la vida, tal vez tenía miedo, no por ella, sino por su hijo.
El segador se preguntó por qué. No podía comprenderlo. ¿Por qué no se preocuparía por su propia vida? ¿No es eso lo que es un humano?