Voltee a mirar a la persona y olvidé respirar por un momento.
—¿L-Lexus? —Llevaba una camiseta blanca con jeans negros. Su cabello estaba peinado como de costumbre, pero se veía genial.
Él me miró bien y luego me atrajo hacia sí y me arrastró hacia la salida.
Allí, un Audi negro estaba estacionado, al lado del cual Arius estaba con el labio magullado y la mejilla algo hinchada. Se hizo a un lado cuando Lexus llegó al auto y me empujó al asiento delantero. Luego él se sentó en el asiento del conductor, arrancó el coche y se fue.
Era pasada la medianoche y yo tenía la boca cerrada y mantenía los ojos en mi regazo. Lexus no decía nada, pero sus ojos ardían de ira. Estaba más que enojado.
¿Hay alguna forma de calmarlo, quizás? Tal vez piensa que algo sucedió allí o tal vez piensa que me escapé. Debería decirle que no lo hice.
Respiré hondo.