Arius me dio un recorrido por el castillo. Claro que no todo, el lugar era demasiado grande para un recorrido de un día. Solo los lugares que necesitaba memorizar.
Aprendí que era un hogar para muchas personas, no solo para las del pueblo sino de todo el país.
Todas las personas que trabajaban allí estaban sumamente contentas de servir a Arius. Vi variedad de criadas y mayordomos. De diferentes etnias, culturas y razas. Además vi a alguien que conocía. Alguien a quien raramente había visto en el pasado pero que estaba feliz de ver.
En el momento en que mis ojos la vieron, la reconocí.
—¡Señora Lebberly! —Le hice señas a la criada que caminaba por el pasillo. Ella me miró, algo confundida pero cuando me reconoció, en lugar de estar feliz, se mostró sorprendida.
—¿Azalea? —Ella estaba pidiendo mi confirmación.
—Sí. Soy yo. Han pasado seis años ahora.
—¡Oh! Has cambiado tanto —Su tono cambió—. Mírate, ahora eres una dama elegante. —Me abrazó—. ¿Conociste a Mateo?.