El corazón de la reina estaba hecho un lío. Se mordió el labio y miró a Nicolás con atención, intentando ver algún signo de que se estuviera transformando, por pequeño que fuera.
Aún así... no había ninguno.
Dios mío... quizás realmente estaba curado. Finalmente estaba curado, ¿verdad?
La reina sintió que su corazón de repente se volvía tan ligero. Respiró profundamente. Las lágrimas asomaron en sus ojos y abrazó a Nicolás. —No te preocupes por eso, hijo. Te lo explicaré una vez que regresemos a casa. Ahora todo está bien.
¿Era la razón de la pérdida de memoria de su hijo que finalmente estaba curado de la licantropía? Él le había compartido que estaría buscando hierba del lobo y la usaría para deshacerse de la licantropía en él.
Sabían que la planta era venenosa y peligrosa para los hombres lobo. Sin embargo, ambos endurecieron sus corazones porque sabían que Nicolás no tenía otra opción. Debía volver a ser él mismo. El tiempo se agotaba.