Los ojos de Leland se abrieron de par en par otra vez cuando se dio cuenta de que era la roca que los licántropos habían colocado en la espalda de Jack antes de que se quitara la vida. Recordar aquella horrible escena hacía hervir su sangre.
Leland transformó parcialmente su brazo en el de un licántropo y destrozó la enorme roca en pequeños pedazos de un solo golpe. Eloise cerró los ojos y escondió su rostro entre las manos mientras los fragmentos volaban hacia ella.
Cinco segundos después, bajó sus manos y vio a Leland de rodillas. En ese momento, Leland podía oler cada vez más claramente el aroma de Anne. Apretó los dientes y su cuerpo temblaba de ira y tristeza al mismo tiempo.
Cuando Leland recordó a Jack gritando desesperado al ver a Anne siendo torturada por Isolda, sintió como si su corazón fuera estrujado fuertemente y eso le hacía sentir asfixiado.