—Max, ¿dónde está Leland? —preguntó Sophie sin aliento mientras miraba las caras de los diez licántropos uno por uno. De repente, su corazón se llenó de ansiedad, pensando que algo malo le había pasado a su compañero.
—Ma-Max, ¿qué pasó? ¿Dónde está Leland? —preguntó con voz temblorosa.
—El Alfa está bien. Me pidió a mí y a los demás que volviéramos a casa y le dijéramos a Luna que él está bien. Le pidió a Luna que no se preocupara porque pronto estará en casa —dijo Max.
—¿De verdad...? Pero, ¿por qué no vino a casa con ustedes? —preguntó Sophie con lágrimas formándose lentamente en sus ojos.
—Lo siento, tengo que interrumpir, pero es mejor si hablamos adentro —dijo Nicolás cuando los aprobó.
—Vamos —dijo Nicolás girando y liderando el camino. Los llevó a una habitación que era a menudo usada durante las reuniones.