Leland bajó la cabeza y miró a Sophie seriamente. Sus manos sostenían las de ella con firmeza. Dijo —Prometo volver tan pronto como sea posible. Es un asunto urgente y no puedo retrasarlo más.
Había algo en su voz que hizo que Sophie se sintiera sospechosa. Hasta donde ella sabía, Leland nunca le mentía, pero tenía la costumbre de guardar para sí mismo las cosas malas para protegerla y eso ella lo odiaba. Quería saber siempre con lo que él estaba lidiando para poder apoyarlo de las maneras que pudiera.
Momentos como este eran cuando odiaba no ser completamente licántropa para poder compartir plenamente el vínculo de pareja con su compañero.
Entre los dos, Leland tenía la ventaja. Siempre podía saber lo que ella estaba sintiendo y hacer algo para ayudarla. Sophie solo podía confiar en su instinto y en su propio conocimiento de él.
—Leland, ¿hay algo que no me estás diciendo? —Sophie frunció los labios—. Tengo un mal presentimiento sobre tu partida...