—¿Puedo ser honesta contigo? —Sophie miró a Leland sinceramente.
El Alfa asintió. Él podía sentir lo que ella quería decir, pero aún así escuchó con gusto. Sabía que su decisión de permitir que Nicolás viniera a visitar a sus hijos la hacía sentir realmente feliz y su felicidad se contagiaba a él.
Sophie se aclaró la garganta. Tocó su mejilla y la acarició suavemente. —Estoy realmente orgullosa de ti. Mostraste empatía y apoyo a otro hombre que ni siquiera te gusta porque crees que es lo mejor para Luciel y Jan.
Ella añadió sinceramente:
—Eres desinteresado y cariñoso y Luciel y Jan tienen suerte de llamarte padre. Sé que me siento muy afortunada y orgullosa de ser tu compañera y la madre de tus hijos.
Leland miró a Sophie con ternura y atrajo su cabeza hacia su abrazo. Él besó sus labios profundamente y luego la abrazó. Estas eran las palabras que necesitaba escuchar.
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