—El bebé fue otro golpe para él. La ira y los celos lo volvieron salvaje.
—¡Savannah, qué cruel eres!
—Tras un largo silencio, se acercó al guardia, echó un vistazo al pequeño bebé en sus brazos y lo levantó.
—Era la primera vez que sostenía a un recién nacido y no era muy hábil. Tenía que tener mucho cuidado para no lastimarlo, su mirada fija en el bebé envuelto en pañales.
—El bebé era igual de suave y dulce que su madre, quien los había abandonado.
—Finalmente, con una mirada negra y sombría, Dylan se giró y se alejó a grandes pasos. El bebé murmuraba en sus sueños, sin despertarse.
—Mientras tanto, un jet privado estaba en camino a Milán, Italia.
—El cielo fuera de la ventana se volvía gradualmente más claro y brillante.
—Savannah, que viajaba al extranjero por primera vez, se sentó junto a la ventana y miró hacia las nubes que parecían malvaviscos.
—¿Realmente dejó su hogar?