—Está bien, confiaré en tu palabra —respondió con cuidado Miller tras asentir Dylan.
Judy la despidió, y Miller dejó Beverly Hills.
El salón estaba tranquilo.
—¿Puedo volver a mi habitación ahora? —Savannah caminó de regreso al sofá, mirándolo, y estaba a punto de subir las escaleras cuando Dylan la agarró del cuello y la atrajo hacia él.
—¿Tan pronto? —La voz de Dylan estaba en sus oídos.
—¿Qué más? —Ella percibió el peligro en su voz, lo que indicaba que él la deseaba... a ella.
—Te ayudé a desahogar tu ira, y ahora quiero que tú... —Él susurró en su oído, y comenzó a dejar besos ligeros como plumas alrededor de su oreja y en su cuello.
—Me lastimé la pierna hoy, no puedo... —Ella se estremeció con una excusa.
—¿En qué estás pensando? —Dylan la soltó. Levantó las cejas hacia ella, divertido y un poco consternado.
—¿No quieres... acostarte conmigo? —dijo ella, tartamudeando.
—¡Quiero que me prometas una cosa! —dijo él bruscamente.