Lana sabía que tenía que convencer a su madre para la cirugía, y decidió hacer lo que fuera necesario para convencerla. Calmó su corazón y mente y secó las lágrimas de su rostro.
En cuanto se compuso, Lana se levantó y caminó hacia la habitación de su madre. Al entrar, encontró que ya estaba consciente y felizmente conversando con Liam.
El rostro de Lana estaba sombrío y la señora Huang tragó saliva, sabiendo que su hija ahora estaba al tanto de su condición.
Lana se acercó a su madre con pasos pesados y la miró profundamente a los ojos. La señora Huang no pudo soportar su penetrante mirada y antes de que Lana pudiera decir una palabra, ella dijo:
—Lana, lamento no habértelo dicho todo, querida.
—Mamá, ¿cómo pudiste ocultármelo y además rechazar hacerte la cirugía? ¿Te das cuenta de lo que haría sin ti a mi alrededor? ¿De verdad quieres dejarme sola tan pronto? —Lana reprendió a su madre mientras las lágrimas corrían por sus ojos.