Ambos permanecieron en esa posición durante largo tiempo y ella siguió acariciando suave su cabello lentamente, mientras él simplemente la abrazaba con fuerza. No pronunciaron ni una sola palabra durante todo el tiempo. Entre ellos solo había silencio, y en ese momento no necesitaban palabras para entenderse.
Lana sabía que tener a alguien a tu lado en momentos tristes como ese era más reconfortante que escuchar palabras de consuelo de muchas personas.
Permanecieron así durante unos minutos antes de que Liam tirase de Lana para sentarse a su lado, preocupado de que las piernas de Lana se adormecieran.
—Gracias… Gracias por estar ahí y por prestarme tu hombro. Déjame agradecerte debidamente e invitarte a cenar esta noche —propuso Liam, pero tan pronto como dijo esto, su teléfono móvil sonó.
—¿Qué? ¿Qué ocurrió? Está bien, ya voy —respondió Liam antes de finalizar la llamada.