Lana notó que Xander respiraba pesadamente. Podía escuchar los fuertes sonidos de inhalación y exhalación de Xander dentro del automóvil.
—¿Estás nervioso? —preguntó con el ceño fruncido.
—No lo estés, porque tienes a Chad y a mí para respaldarte. ¿No sabes que nunca he perdido ningún caso que he manejado hasta la fecha, ni siquiera una sola discusión con alguien, desde que obtuve mi licencia como abogada? Confía en mí en esta... Te llevaré de vuelta a casa sano y salvo para que estés con tu esposa embarazada y tendrás una vida familiar tranquila. —declaró ella de manera presuntuosa, suavizando el ambiente en el coche.
Xander no sabía si llorar o reír con el ánimo de Lana.
Chad fue quien se rió y giró su cabeza para mirar a las personas sentadas en el asiento trasero, Lana y Xander.
—Esa es una buena seguridad, Lana —complimentó Chad con una sonrisa.