Gale miró fijamente durante un rato, la vacilación se dibujaba en todo su rostro. Miró hacia atrás y vio que los hombres que la perseguían estaban casi cerca.
—¡Solo entra! —escuchó otro grito. Gale se volvió a mirar al hombre y, al reconocer quién era, entró rápidamente en el coche.
Gale jadeaba fuertemente y podía sentir su corazón latiendo con fuerza debido a los nervios. Miró hacia atrás y jadeó:
—¡Oh, Dios mío, nos están siguiendo!
Estaba entrando en pánico. Nunca había experimentado algo así antes. Sentía como si su corazón fuera a salir volando de su pecho. Esos hombres se apresuraron a subir a sus coches y ahora los perseguían.
—¡Ponte el cinturón de seguridad, rápido! —escuchó otra instrucción del hombre.
Gale obedeció y con manos temblorosas se puso el cinturón de seguridad. Tan pronto como se aseguró a salvo, sintió que su coche aceleraba. Contuvo la respiración y agarró la manija de arriba.