—¿Qué parece que estoy haciendo? —le devolvió la pregunta Everly, inmediatamente negó con la cabeza hacia él.
—Oh, no no no no. No podemos hacer eso. Estás herido. Solo harás que empeore —le dijo ella—, pero Valerio se rió entre dientes.
—Estaré bien. He hecho cosas peores —sonrió con orgullo— y antes de que ella pudiera siquiera contrarrestar sus palabras, se inclinó capturando sus labios con los suyos.
Everly se derritió en sus brazos y su rostro entero se puso rojo.
Él trasladó su beso a su cuello y devastó su delicado cuello, dejándola mordiéndose los labios de placer.
—V-Valerio. Tu herida. Vas a empeorarla —logró hablar ella—, pero Valerio, al que no podría importarle menos, ignoró sus palabras y entrelazó sus dedos con los de ella.
Le sujetó las manos sobre su cabeza y deslizó sus manos por debajo de su camisa.
—¡Espera! —lo detuvo ella antes de que pudiera continuar— y Valerio se detuvo.
—¿Qué pasa? —preguntó él.