Everly, que tenía su rostro enterrado entre las rodillas, levantó la cabeza y miró a Vicente.
Lo miraba pensativa, preguntándose quién era él.
—¡Vicente! —La voz de Luthier sonó de repente y Everly y Vicente dirigieron sus miradas hacia la dirección de donde venía la voz de Luthier.
Con una sonrisa en su rostro, Luthier caminó hacia él e intercambió un apretón de manos.
—Me alegra verte. No pensé que volverías después de nuestro último encuentro —se rió suavemente y Vicente le devolvió la sonrisa a medias.
—¿Qué... está pasando? —preguntó Vicente, echando un vistazo a Everly, que todavía estaba sentada en el sofá.
—Oh... —Luthier miró a Everly—. Es una larga historia, así que ven conmigo —hizo un gesto hacia su habitación privada y Vicente lo siguió.
Cerró la puerta una vez que estuvieron en la habitación y tomó asiento en el sofá opuesto al de Vicente.
—¿Qué hace ella aquí, Luthier? ¿Y por qué está rodeada? —Vicente comenzó a cuestionar de inmediato.