Lucius estaba de pie a su lado.
—Esto ha sido desde que llegué aquí. ¿Estará bien? —preguntó.
Nix asintió. —Sí, lo estará. Conseguí unas nuevas pastillas de supresión, y son más fuertes que las últimas. Estará bien para mañana.
—¿Lo curará? —Lucius preguntó, con las esperanzas ligeramente elevadas.
Nix negó con la cabeza. —No, no lo curará, pero suprimirá su enfermedad, al menos hasta que encontremos un antídoto o una solución que pueda sanarlo.
—Ya veo… —Lucius pareció muy decepcionado. Miró a Valerio, que no decía nada, y soltó un suspiro suave.
—-
Finalmente, tras un largo atasco de tráfico, Nihal aparcó el coche.
Everly y Leia bajaron. Caminaron hacia la puerta de la enorme mansión que se alzaba imponente y se detuvieron al ver a un corpulento guardaespaldas que tenía una expresión muy seria.
—Disculpe, —dijo Everly.
El guardaespaldas miró hacia ella y Leia.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó.
—Uh…bueno nosotras–