Lanzarote permaneció de pie mirándolo, e incapaz de creer que era su gemelo en tal condición, retrocedió tambaleante con una expresión de evidente conmoción en su rostro.
Parpadeó furiosamente y miró a Nix. —¿Qué pasó—qué le pasó? —preguntó.
Un suave suspiro escapó de la nariz de Nix, y sin decir una palabra, se dio la vuelta. Salió de la habitación y cerró la puerta, queriendo dejarles tener una conversación.
Lanzarote miró a Vicente y caminó lentamente hacia la cama. Se sentó en la mesa y fijó su mirada intensa en Vicente.
—¿Qué te pasó? —preguntó.
Vicente permaneció en silencio, incapaz de encontrar una forma de decírselo.
¿Cómo podría decirle que su padre le había hecho eso? Lanzarote siempre había seguido a su padre ciegamente e hizo lo que él deseaba. Lo admiraba demasiado y nunca tuvo la mentalidad de que su padre haría algo malo.
—Tuve un accidente de coche —dijo Vicente.
Lanzarote lo miró y parpadeó furiosamente con los ojos.