Levantó el cuchillo, listo para cortarle la garganta a Vicente, pero Vicente, que había logrado romper las correas con el último ápice de fuerza que le quedaba, agarró su mano.
Lanzó un fuerte puñetazo a su cara, haciendo que Alfonso retrocediera tambaleante. Agarró su cabeza, alcanzando a ver la estrella temblorosa sobre su cabeza.
Vicente se agarró el pecho y tosió incontrolablemente. —¡Hijo de puta! ¿Qué coño has inyectado en mi cuerpo? —preguntó con rabia.
Alfonso, que había recuperado el control, lo miró y se rió.
—Parece que está empezando a hacer efecto bastante bien —dijo mientras se limpiaba la sangre de los labios. Comenzó a emanar un aura de poder sobrenatural, igual que Vicente.