—No quiero hablar de eso —Dafne negó con la cabeza, frunciendo el ceño.
Al notarlo, Valerio frunció el entrecejo, muy seguro de que algo no iba bien.
—Entonces... ¿me lo contarás más tarde cuando quieras hablar de ello? —preguntó.
Dafne lo miró y asintió ligeramente con la cabeza. —Sí.
—Está bien, eso está bien —Valerio se encogió de hombros.
Dafne parpadeó y apretó sus pequeñas manos en puños. —¿Por qué preguntas de repente? ¿Está todo... bien? —preguntó.
—Sí, todo está bien. ¿Quieres... ir al centro comercial? Te conseguiré lo que quieras. Ropa, zapatos, cualquier cosa —Valerio le sonrió a medias mientras hablaba.
Al oír esto, los ojos de Dafne se agrandaron y la mirada pesimista en su rostro desapareció, reemplazada por la emoción.
—¡Sí, sí! —Asintió con la cabeza con furia.
Valerio se levantó del columpio y extendió su mano. —Vamos.
Dafne entrelazó sus dedos con los de él y caminaron fuera del jardín.
Procedieron a salir de la casa hacia el coche.