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Víctor yacía en la cama y comenzó a sudar profusamente, su rostro se tornaba rojo de dolor.
Se giró en la cama y agarró fuertemente la sábana.
Empezó a respirar pesadamente, y Valerio, que lo observaba con las piernas cruzadas y su mano derecha sosteniendo su mandíbula, sonrió sin corazón.
Víctor temblaba en la cama y abrió los ojos con fuerza cuando ya no pudo soportar el dolor.
Respiraba incontrolablemente por la boca e intentaba mover la cabeza y el cuerpo, pero el horror se reflejó en sus ojos en el momento en que se dio cuenta de que todo su cuerpo estaba completamente paralizado.
—M-mamá... —logró hablar con dificultad, y su rostro se contrajo intensamente por el dolor que sentía.
Sus entrañas parecían estar llenas de lava, y ardían sin cesar.
Le costaba mucho trabajo respirar adecuadamente, y su garganta se sentía tan obstruida como si estuviera siendo estrangulado.
¿Qué demonios estaba pasando? —pensó.