Una hora entera pasó sin que se dijeran una palabra, y Everly levantó la mano.
Echó un vistazo al reloj abrochado en su muñeca y se levantó de la silla.
—Me voy a ir ahora —dijo a Víctor y agarró su bolsa de la mesa.
Se giró para irse, pero Víctor la llamó, deteniéndola.
—Everly —la miró con un brillo suave visible en sus ojos.
—Sí —Everly giró la cabeza para mirarlo.
—¿Podemos hablar mañana? —preguntó él.
—Lo siento, Víctor, pero no creo que podamos
—Hay algo importante de lo que realmente quiero hablar contigo, así que por favor dame una oportunidad. Solo unos minutos —imploró él, y Everly, cuyos labios estaban ligeramente separados, cerró la boca.
Ella lo miró en silencio durante unos momentos antes de tomar una respiración profunda.
—¡Solo unos minutos! —repitió sus palabras y se dio la vuelta, saliendo de la habitación.
Bajó las escaleras y salió de la mansión, luego llamó a un taxi tan rápido como pudo.