—Oh… todavía lo hago. Es mi trabajo, Valerio —Everly soltó una risita y lo miró con una expresión tierna en su rostro—. ¿Todo está bien? —preguntó ella.
—Sí. Es solo que pensé que ya no lo hacías. No tienes por qué. Ya no es necesario —Valerio respondió con una mirada suave evidente en su mirada.
—Bueno, ¿quieres que renuncie? —Everly preguntó, y sin dudarlo, él asintió con la cabeza hacia ella.
—¡Sí! Ya no tienes que hacer eso. Ya no tienes que estresarte. Me tienes a mí, así que todo eso es innecesario —le dijo eso, y una sonrisa amable se extendió por el rostro de Everly.
Ella extendió su mano derecha y tocó su rostro antes de tirar de él hacia un abrazo cálido.
—Bueno, renunciaré una vez que haya terminado con esta —ella estuvo de acuerdo, pero Valerio se apartó del abrazo para mirarla.
—Ni siquiera con esta —él negó con la cabeza hacia ella.
—Pero no puedo renunciar a esto, Valerio —ella discrepó con una mirada de disculpa en su rostro.