—Relájate, solo estábamos bromeando —Vicente soltó una risita.
Valerio se detuvo y se giró para mirarlo. —Ya no está cancelado —reanunció, y Nix negó con la cabeza incrédulo.
—Bueno, ahora que hemos confirmado que estás bien, tengo que irme. Necesito estar en mi compañía —explicó Valerio, y Vicente asintió.
—Gracias por venir —lo agradeció, y Valerio sonrió radiante.
Giró para irse, pero terminó chocando con alguien.
Llevantó la cabeza y sus ojos se posaron en nada menos que Irene, que había llegado a la villa como prometió.
—S-Señora Irene. ¡Lo siento mucho! No la vi venir. Mis disculpas —se disculpó rápidamente con una sonrisa incómoda en los labios, e Irene, sorprendida de verlo, parpadeó.
—Ay, Valerio. Lo siento, quise decir su alteza
—¡No no no! Está bien. Por favor, solo llámame Valerio —sacudió la cabeza enérgicamente ante ella, e Irene soltó una suave risita.
—Hace tiempo que no te veo. Espero que estés bien —dijo ella, y Valerio asintió.
—Estoy bien —respondió.