—¡Eh! —la joven parpadeó hacia ellos, sin estar segura de haber escuchado correctamente.
—Dije que está ocupado —la sonrisa en el rostro de Vicente se amplió, y su agarre en la cintura de Nix se apretó aún más.
Nix movió sus ojos y soltó un profundo suspiro.
—Nix... —lo llamó, y Vicente giró su cabeza para mirarlo, su sonrisa característica colgando de sus labios.
—Sí, cariño —respondió, y por un momento, Nix sintió ganas de vomitar sobre él.
—Así que... ustedes dos son
—¡Sí! —Vicente respondió a la señora con sus ojos aún fijos en Nix antes de que ella pudiera siquiera completar su pregunta, y una sonrisa incómoda apareció en el rostro de la mujer.
—Ahhh... ya veo... —ella asintió lentamente con la cabeza y se aclaró la garganta, diciendo:
— Me voy ahora. Mis disculpas —se disculpó, y con una expresión avergonzada evidente en su rostro, se dio la vuelta y se alejó.