—¡Pídeles disculpas! —ordenó Lucius a Movo, y sin dudarlo, Movo inclinó su cabeza hasta que tocó el suelo y se disculpó con ellos.
Nix parpadeó y se aclaró la garganta, enderezándose junto con Vicente para mirar a Lucius.
Lucius los observó y cruzó los brazos. —¿Qué os trae por aquí? —preguntó, sabiendo que raramente venían, especialmente Vicente. Solo lo hacía cuando Valerio solía vivir en la casa familiar.
Él sabía que Vicente provenía de la estirpe de la familia real que gobernaba el clan de vampiros en el pasado, así que Vicente era de la realeza, además de tener sangre real fluyendo en su interior.
—Eh... —Nix se aclaró la garganta—. Estamos aquí para hablar contigo sobre algo —respondió y Lucius arqueó una ceja hacia él.
—¿Qué es? —preguntó.
—¿Podemos hablar en privado, su majestad? Es importante —imploró Nix, y aunque un poco escéptico al respecto, Lucius les hizo señas para que lo siguieran.
Los guió hacia su biblioteca y empujó la puerta para abrirla.