—V-valerio… —tartamudeó ella.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Valerio con voz tranquila, sin mostrar sorpresa alguna por la forma en que ella entró en su oficina.
Ella siempre lo hacía cuando estaban juntos.
—Quiero hablar contigo —respondió Rosa, sus ojos llenos de confianza.
—No me interesa; estoy ocupado. Por favor, vete —respondió él de la manera más desinteresada, haciendo que Everly instantáneamente se cubriera la boca para evitar soltar una carcajada.
—Valerio, sé que todavía estás enojado conmigo, pero ¿podrías escucharme? ¡Te lo suplico! —rogó ella, y Valerio tomó una respiración profunda.
Alzó la cabeza y fijó su mirada perezosa en ella.
—¿Estás sorda? —preguntó él, y Rosa pestañeó hacia él.
—¿Q-qué quieres decir? —inquirió ella.
—¿No te acabo de decir que no me interesa? —preguntó él, yendo más lejos—. Por favor, vete. Estás interrumpiendo mi trabajo, ¡y no me gusta para nada! —dijo con agravamiento y volvió su atención a los archivos en su escritorio.