Lina salió de la casa sin decir otra palabra. Ni siquiera miró hacia atrás. Se subió al coche del chófer, le dijo que condujera al Conglomerado DeHaven, y desde allí decidiría lo que siguiera.
En el viaje en coche, Lina reflexionaba sobre sus acciones de vida. Estaba tan preocupada por decepcionar a la gente que había estado ciega al hecho de que ellos consistentemente la decepcionaban a ella. ¿Cuál era el punto de ganarse la favorabilidad si no hacía nada con ella?
Lina entrelazó sus dedos, una alarmante realización emergiendo. Su habilidad no se había activado en todo el día. Se le heló la sangre. Pero quería ver el futuro de Kaden de nuevo. Cuanto más lo veía, más intentaría cambiarlo.
¡RING! ¡RING!
Lina sacó el teléfono de su bolsillo.
—Hola, Tío —saludó Lina en el primer tono.
—Sabes cómo sacudir a esta familia —musitó William, recostándose en su silla y observando el agradable y mullido paquete que acababa de recibir.