Lina observaba a todos sus hijos, incluido su esposo, comenzar a arreglar sus apariencias a través de la limpieza minuciosa de las marcas. Mientras los observaba, una sonrisa adornaba sus labios y no podía apartar la vista de esta alegre ocasión. Risas y risitas llenaban su baño mientras el padre bromeaba con sus hijos y la madre ayudaba a su hija a vestirse.
Justo cuando Lina terminaba de vestir a Adina, escuchó los pasos acercándose de su empleada doméstica. Estaba en medio del proceso de peinar el cabello de Adina cuando la empleada le informó que los invitados habían llegado.
—Oh, pero no he terminado de hornear —murmuró Lina preocupada mientras echaba un vistazo al reloj.
Lina había despejado su agenda completa de La galería sin límites hoy para asegurarse de que había tiempo para entretener a los invitados.