Lina se preguntaba si debería informar a Kaden. Acababa de terminar cuatro reuniones después de Altantis, cada una de treinta minutos. Ahora, Lina estaba en el coche camino al restaurante en el que había acordado. Se negó a dejar que la pelota estuviera en su campo, porque él podría haberle hecho algo.
Lina casi se ríe y llora al darse cuenta: ya no confiaba en Atlantis. El chico que le tomó la mano en la secundaria, el que golpeaba a sus acosadores, el que la tranquilizaba diciendo que todo estaría bien, ese amigo que había valorado mientras crecían... la apuñaló por la espalda.
Lina exhaló temblorosamente al pensarlo. Los recuerdos de su juventud eran agridulces. Deseaba poder revivir esos momentos una vez más. ¿Era para cambiar el curso de las cosas? ¿Era para verlo suceder delante de sus ojos otra vez?