Lina se despertó a la mañana siguiente sin energía alguna en su cuerpo. Estaba completamente agotada. Tan solo abrir los ojos era un dolor. Gimió e intentó darse la vuelta. Imposible. Kaden había entrelazado sus extremidades, sus brazos como barras sobre su cuerpo, y sus piernas enredadas con las de ella.
Lina ni siquiera podía girar la cabeza a un lado. Simplemente parpadeó una vez y volvió a dormirse. La segunda vez que se despertó, el sol se asomaba entre las nubes. Desde la mínima rendija en las cortinas, esperaba que no fuera la tarde.
Lina se obligó a mirar por encima del hombro de Kaden. Gimió por el terrible dolor en su cuerpo. Con los ojos entrecerrados y cansados, vio que eran las once de la mañana. Tan solo una hora antes de la tarde.
—Ugh —Lina intentó zafarse del agarre de Kaden.