—Siempre te gusta alimentarme antes de devorarme —murmuró Lina contra su boca, porque era la verdad y ambos lo sabían.
Kaden soltó una ráfaga de risa ronca. El sonido era cálido e invitador, acercándola más contra su cuerpo. Ella dejó escapar un suspiro tembloroso mientras él besaba su mejilla.
—Me alegro de que lo sepas —Kaden no perdió tiempo en llevarla a su dormitorio. Al llegar, la acostó suavemente, rebotando su cuerpo en el colchón suave pero firme. Ella lo miró con ojos desorbitados, la hesitación en su rostro.
—Todo estará bien —Kaden se inclinó lentamente, a pesar de la ardiente sed en su pecho. Su boca repartió besos por su cara, en sus mejillas, su frente, su nariz, las comisuras de su boca, hasta que ella dejó escapar una risita sin aliento. Se revolvió contra su adoración, con sus caderas clavándose en el colchón.