Las palabras de Kaden finalmente tocaron un nervio, no uno de entendimiento, sino de aceptación.
—¿Qué más podía hacer Lina en una situación como esta? Solo podía aceptar la realidad. Después de tres vidas, finalmente aprendieron algo.
Lina miró por encima de su hombro para verlo marcharse. Sus anchos hombros estaban cuadrados con cada paso, sus mangas arremangadas para revelar la vena abultada de sus antebrazos, y sus largos dedos estaban relajados. Kaden caminaba con la presencia de un Rey.
De repente, Lina también se encontró saliendo de la cama. Justo cuando él alcanzó la puerta, ella agarró su mano. Él inmediatamente envolvió sus dedos en un abrazo apretado, entrelazándolos entre cada uno de ellos. Luego, se inclinó y sonrió hacia ella.
—¿Sí, paloma?
—Tengo hambre.
Kaden soltó una risita. Acarició la parte posterior de su cabeza. Ella no reaccionó y simplemente lo miró hacia arriba.
—Entonces, vamos a alimentar a nuestra querida paloma.
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