El odio en la mirada de Altan era intenso. Su animosidad hacia ella podría manifestarse en un humano asfixiándola del cuello. Pero Lina se mantuvo firme y sostuvo su mirada. Él merecía esta tortura. Este sufrimiento... ¿Cómo se atreve a conspirar con los Ancianos para pedir su mano en matrimonio? ¿No tuvo el valor de decirle él mismo? ¿Acaso los Ancianos se lo impedían?
Si Altan le hubiera pedido a Lina sinceramente, cuando estuvieran a solas, quizás ella habría aceptado. Todo era cuestión de darle su libertad y no forzarla en el momento. Si él hubiera sido considerado con sus sentimientos, no estarían aquí así.
Sin una palabra, Altan salió de la habitación a toda prisa.
—Deberías haberlo tratado mucho mejor —Estella le susurró a Lina unos días después de entregarle el mínimo de comida, unos panecillos rancios y agua.
Estella dijo que la falta de necesidades era porque era difícil sacar cosas de la cocina ahora que todas las empleadas eran estrictamente vigiladas.