—A veces aquel a quien más amamos no está a nuestro lado, sino en nuestros corazones, para siempre un recuerdo —Kaden una vez recordó lo que Lina le había dicho en su segunda vida. Estaban sentados en un bar, los cigarrillos impregnando el aire, el humo del tabaco en sus pulmones, mientras ella soltaba una ráfaga de risa suave. Él le había roto el corazón en mil pedazos al rechazar su propuesta de matrimonio, porque había jugado con lo que no era suyo.
En ese momento, ella pertenecía a Atlántida tanto en mano como en cuerpo, pero Kaden jugó por su corazón.
En la segunda vida de Lina, Kaden fue el primero en su cama y en sus labios, pero al final, Atlántida era su esposo legal. La historia lo escribió así.
—Quizás te perdone mil veces, pero solo confiaré en ti una vez —había dicho Lina, con sus labios pintados tan rojos como su vestido de novia al día siguiente.
Su aventura amorosa había llegado a su fin en el mismo lugar en el que había comenzado.