Cuando Milo vio a Kaden seguir calmadamente a Lina, supo que todo iba a terminar de la peor manera. Aun así, Milo estableció contacto visual con Mia, quien ya lo estaba mirando. Sintió un sobresalto en el pecho, de ese tipo donde dos personas tienen una conversación sin palabras. Milo y Mia volvieron a la pantalla, justo cuando el cine se oscureció.
—Deja de seguirme —exigió Lina, mirando por encima de su hombro. Él saldría lastimado. Ella sabía qué tipo de persona era él.
—Estás cojeando —dijo Kaden fríamente, mirando hacia sus pies.
—Son solo mis tacones. He pasado por cosas mucho peores —respondió Lina con tono monocorde. Eso era verdad.
La expresión de Kaden ni siquiera cambió ante su provocación. Se llevó una mano al pecho y la frotó por curiosidad. De repente, sus oscuros ojos se volvieron rojos otra vez.