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Si alguien no lucha por mantenerte, nunca luches contra otros para defender quedarte con ellos.
Lina apenas podía pensar con claridad. Al pensar en su hermanito drogado en algún lugar, salió corriendo de la galería. Pero ahora, entendía por qué el señor Leur se había quedado congelado como si acabara de ver un fantasma.
—Ilimitado, me gusta —comentó Kaden, observando la elegante escritura en el frente de la galería.
Ubicada en el corazón de Ritan, en una calle demasiado cara para una galería, se encontraba uno de los lugares más renombrados de toda la ciudad: la Galería de Arte Sin Límites.
Sin duda, el nombre de Lina era conocido en todo el continente. En solo cinco años, Lina aparecía constantemente en casi todas las revistas de mujeres. Su estatus en la alta sociedad creció más rápido de lo que podía imaginar. Y ella no era ni siquiera la esposa de un poderoso político. Era simplemente Lina, y eso era más que suficiente.