Cinco años después.
Los segundos se sentían como minutos, las horas como días, los meses pasaban como olas y los años se asemejaban a la eternidad. Las hojas se acumulaban en las ramas solo para caer y marchitarse, olvidadas en el suelo. La gloria nunca era duradera. Una corona era un sombrero oscuro y solitario.
—Directora.
Lina giró lentamente ante el saludo tranquilo. Perdida en sus ensoñaciones, a veces olvidaba las responsabilidades que había asumido.
—Estella —saludó Lina a su secretaria.
Habían pasado cinco años y medio desde que Estella fue empleada por Lina. Originalmente, su abuelo contrató a Estella, pero demostró ser leal solo a Lina. Por esto, Lina mantuvo a Estella a su lado y pronto floreció una amistad.
—Hoy llegaste temprano —comentó Estella, asomándose sobre el escritorio para ver la taza de café intacta y vacía, bolígrafos destapados, portafolios de artistas circulados, obras de arte resaltadas y otras cosas diversas.