Después de su comida en uno de los salones de comedor más grandiosos que Lina había visto jamás, Atlántida se excusó después de que Jorge lo llamara. Lina escuchó que había problemas con el Conglomerado Medeor. Cuando encendió las noticias, vio que estaban difamando su compañía con acusaciones de vínculos cercanos con la mafia.
Lina lo creyó. Aún no podía sacarse de la cabeza las imágenes de los hombres ensangrentados en el suelo, algunos estaban muertos, otros al borde de la muerte. Se preguntaba qué había llevado a Atlántida por un camino tan oscuro. Las imágenes del pasillo del hospital inundaron sus sentidos. Incapaz de sentarse en la habitación y relajarse, Lina se encontró deambulando por las escaleras. Pronto, se detuvo junto a un jardín.