Lina se encontró en una pesadilla. Abrió los ojos y la luz del sol tocaba su piel, el viento mecía su cabello y el aroma de la pradera le hacía cosquillas en la nariz. Árboles del bosque rodeaban la enorme pradera, donde se podían ver flores de todos los colores y tamaños. Levantó la vista al cielo, asombrada por las hermosas nubes blancas y la abundancia de pájaros. Notó un grupo de cuervos volando, persiguiendo a una paloma blanca. Antes de que pudiera seguirlo por más tiempo, una voz extática llenó el aire.
—¡Mamá, mamá! —Lina se giró. Nunca antes había escuchado tanta emoción y alegría. La maravilla y la inocencia infantiles eran difíciles de ignorar. Cuando bajó la vista, vio los antiguos vestidos que llevaba, como Princesa de Teran.