—¿Quieres ser mi hermana?
Aries se sentó en su pantorrilla, frunciendo el ceño ante la pregunta aleatoria de Abel. Ella observó a Abel acomodarse en su posición hasta que estaba frente a ella, levantando su pierna sobre el colchón.
—¿Quieres ser mi hermano tan desesperadamente? —preguntó con una mirada complicada en sus ojos. Esta era la segunda vez que él le hacía la misma pregunta, demostrando que en realidad lo decía en serio.
—¿Puedo saber la razón? —inquirió.
—Te casaré con alguien más.
...
Sus ojos se tornaron gélidos mientras su expresión se desvanecía al instante. Quería pensar que lo había escuchado mal, pero era difícil negar que no era así. ¿No había buscado Abel como un loco? ¿Haciéndose daño en el proceso? ¿Y ahora le decía que la casaría con alguien más?
Cuanto más lo pensaba Aries, no podía evitar reírse con sorna. Ciertamente, esto no era lo que esperaba de él.