Al día siguiente...
Joaquín volvió a su cámara, y Aries seguía meciéndose en la mecedora. Le lanzó una mirada cuando él se sentó frente a ella, notando la bandeja con ruedas al lado de él que una criada que nunca había visto antes había traído con él. La criada no dijo nada mientras hacía una reverencia y dejaba a los dos solos.
—Te traje té —dijo él en cuanto oyó el clic de la puerta al cerrarse.
Aries parpadeó y desvió la mirada lentamente, fijándola de nuevo en la ventana. Desde su periferia, podía ver a Joaquín levantarse y preparar la bandeja, sirviendo un vaso de té en ella.
—Entiendo lo que quieres —habló mientras llenaba la taza de té—. ¿Ya no quieres nada de mí? ¿Preferirías morir antes que someterte? Todo lo que pasó... no me darás una oportunidad, ¿verdad?